
Quizá el escribir me permita aceptar y terminar todo más rápido. El raciocinio de las palabras puede despejar más claramente la turba de sentimientos.
Estoy aquí, parada frente a una cascada de una belleza inmensa, de una frescura renovadora y con una vitalidad que seduce. A mis espaldas quedan cinco intensos años de mi vida, desde tocar el cielo con la mano y volver, hasta comer polvo del suelo. Sentirme la mujer más feliz del mundo, a pesar de lo que pudieron decir los demás, hasta sentirme la mujer más sola y triste caminando por los jardines de la universidad.
Amistad, compañía, soledad, desconfianza, hermetismo, mofas, gratificaciones, humillaciones, deseos, esperanzas, desolación, desesperación, conformismo, estimulación, superación, perfeccionismo, motivación, tristeza, mentiras, malos entendidos, silencios, celos, acogida, inserción, trabajo, responsabilidades, educación, amor y odio.
Quizá soy absolutista al plantear que finalmente las amistades que pude tener en la universidad sólo fueron circunstanciales y de mutualismo en determinado momento. Muy buen equipo de trabajo, pero no los mejores amigos, lo que se traduce en las bajas probabilidades de que pueda quedar alguna amistad perdurable de todo aquello. Sentenciador y arbitrario.
Pero como me dijo un amigo, mejor quedarse con lo bueno y "obviar" lo malo. Sin embargo, cortar lazos endebles puede ser lejos lo mejor para seguir el camino.
Ahora se termina todo, lo que incluye la novela amorosa que duró casi 5 años. Todo se termina, se disgrega y se despide en este punto. Espero que la energía puesta en esclarecer me alente a dejar el pasado enterrado y pisado en lo que será: PASADO.
Deseosa de un futuro completamente auspicioso, prometo desligar mi actuar de lo que no tiene más nada que dar.
Queda escrito.