Jun 3, 2007

HABLAR DEL INEFABLE


DIOS ES INEFABLE, inexpresable. Lo que podemos decir sobre Él siempre será un balbuceo. Pero algo podemos conocer en Él por las maravillas de la creación y sobre todo por la revelación. El misterio de la Trinidad, anunciado veladamente en el Antiguo Testamento, queda explícitamente revelado en el Nuevo Testamento. Jesús habla muchas veces del Padre y del Espíritu Santo.


LA INTELIGENCIA DEL CORAZÓN. A menudo la teología y los catecismos han buscado sobre todo dar ideas sobre Dios; pero un conocimiento meramente intelectual deja de lado lo más propio de las personas. El conocimiento de Dios Trinidad lo vamos adquiriendo, como el niño el de sus papás, más que por ideas, por la experiencia del amor. Dios se nos revela como el que por amor nos crea, nos perdona y nos salva. Sin sentirlo como Bondad, su imagen queda deformada. ¿Y no ha sido así, por desgracia, la imagen que hemos recibido, incluso en nuestros tiempos?


LA TRINIDAD, COMUNIDAD DE AMOR. La Santísima Trinidad nos revela que Dios es comunidad de amor. Imposible conocerlo si no lo descubrimos como Amor. Así se manifiesta en la historia de la salvación y, sobre todo, así nos lo presenta Jesús.

La relación interna de las tres Personas es una comunión de amor. Y su relación hacia afuera, hacia nosotros, es de amor. Grave error es pensar que el Misterio Trinitario es un dogma sin repercusión en la vida práctica. Al contrario, el misterio más radical es el que ilumina nuestra existencia y todo nuestro actuar. Si Dios es amor, el amor es lo más fundamental en la vida. Existimos para amar. Por eso nuestra más rica experiencia es amar y ser amados. Por el amor sentimos como propio lo de la persona amada. Lo experimentamos a diario. Pues bien, sólo amándolo podemos poseer a Dios. Y el cielo es poseer a Dios amándolo, sentir como nuestra su propia felicidad.


MORAL DEL AMOR. Cumplir la ley de Dios por temor, no es más que el inicio de la vida espiritual. Aquél a quien Dios no le interesa de corazón, ¿a qué cielo aspira?


HACIA EL CENTRO DE LA CELEBRACIÓN. La alabanza es el elemento central en la celebración, y en momentos destacados la hacemos explícitamente trinitaria. Comenzamos "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"; varias oraciones las dirigimos al Padre y las concluimos: "Por nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo". La Plegaria eucarística culmina en una expresiva alabanza trinitaria: "Por Cristo, con él y en él, a tí Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria". La Liturgia, bien vivida, nos sumerge en el profundo misterio de la Trinidad, el misterio del amor en su Fuente.


Aquilino de Pedro, fms.

4 comments:

Jorge said...

este tema es un poco delicado para mi...

gracias x pasar!
http://kinettic.blogspot.com

C o x o n said...

bastante celestial tu artikulo
la luz "divina" se presento ante ti jajaja


no tengo komo el don de hablar de esto..sera por ke mi relacion kon este tipo de temas esta aun en proceso...

todos esos puntos ke desglosaste
yo al final tomo una ruta muy distinta a komo tu la planteas...pero llego a la misma meta...klaro kon mis "trucos" con una emision bastante "alternativa"...pero komoda y util para mi.


saludos

saqysay said...

Que gran tema
ANAIS!!!

Mi realcion cn este mundo/es vastante distante/

Por lo tanto no tengo mucho qe decir/
siempre ando en los caminos de la perdicion...jiji...

cariños...

saqysay said...
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Hola de nuevo...

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